miércoles, 2 de julio de 2014


Que el palpitar de tu voz

me obliga a preguntarme,

si están completas las estrellas

allá en el alba gris

-que no se deja suicidar-

aprovechando la clandestinidad

que la noche aviva a cada paso,

y mientras la lluvia en frenesí

impecable va limpiando tu rostro

te llamo en la penumbra

con mi voz llena de llanto

huérfana de grandeza subversiva

y ausente de intelectualidad;

con alma de instinto malevo

moldeada en la inocencia extasiada

para que el universo no pueda contenerla;

porque no hay mejor lugar

para encontrar el silencio

-que viene hacia mi-

y poder descansar serenamente

junto a su delgado murmullo

1 comentario:

Andreilate dijo...

Hay momentos en que la compañía del silencio y la oscuridad son necesarios. Hoy más que nunca me siento identificada con este poema. Sabes que me gusta leerte. Un abrazo.