En la efímera eternidad,
el barquero del río nocturno
esperándote está en la proa
de este marginal barco,
al hiperactivo timón
rumbos somnolientos aprietan
con sus gélidas manos,
y entre sus frágiles dedos
se escurre el fétido tiempo
polizonte escuálido de la inmortalidad
-princesa oscura de mis deseos-
meciéndose con la sustancia
avanza por lo etéreo,
meciéndose con el placer
avanza por el dolor,
meciéndose con la evocación
avanza por el olvido.
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