lunes, 15 de enero de 2007

La percusión de tus pestañas

solicita a gritos

la ausencia de mis demonios,

la sustancia en la mirada

cacofónica con las decisiones;

abre el cielo torturado

y en un sangrado catatónico

la luna hambrienta de fulgor

empieza a digerir tu aura

masticando el amor

-síndrome de ausencia-

al lívido de un coma estático

el arcángel estivado

-del purgatorio cándido-

quisiera enajenarse

perdiéndose en el éxtasis

de una inmortal cautela

y el respeto suicida

suplica tregua implícita

a mis plegarias cansadas

para que se las lleve el viento

hacia esas eternas pupilas

donde la costumbre puede más

que el yermo sentimiento.


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