lunes, 12 de noviembre de 2012

El Niño Tras La Pelota







Ser feliz desde esta, mi perspectiva tan suigeneris, no es más que acumular pequeños pasos en busca de mis sueños, la vida misma es salir corriendo como niño tras una pelota, un niño sí, pero tras mis sueños como la pelota misma; a veces estos rebotan más alto pero aprendí a esperar que bajen, al igual que un niño tras la pelota la vida puede atropellarnos como un automóvil cargado de dificultades, trabas, gente mala, malas intenciones, mala onda, en fin; atropellar ese niño tras la pelota y las heridas suelen ser más que físicas, heridas en el alma y en el espíritu pero estas sanan, se curan y siempre dejarán su recordatorio, a veces una gran cicatriz a veces una leve que tenemos que mirarla detenidamente para confirmar que está ahí; así mismo es la vida y así mismo debemos ser siempre, un niño tras la pelota, tras nuestros sueños; si no salimos en busca de la felicidad y tras nuestros sueños que sentido tiene entonces la vida? 



Ese niño no mira el reloj como si no tuviese más preocupaciones que el rodar y rebotar de la pelota, no le importa el ayer ni el mañana, su única preocupación, si se la puede llamar así es ir tras la pelota y disfrutar con ella, divertirse, apretarla entre sus brazos y luego como un juego seductor dejarla ser libre nuevamente para emprender de nuevo su persecución, tan ajeno a las banales preocupaciones de la "vida adulta", ese niño en verdad disfruta de la vida y su pelota; perseguirla, atraparla, patearla -nunca está demás una que otra patada- arrojarla lejos y salir corriendo a perseguir esa pelota, con esa alegría e inocencia tan pura, cándida y pragmática de cuando fuimos niños.

Así es la felicidad, un niño tras la pelota...

miércoles, 7 de noviembre de 2012



En la efímera eternidad,

el barquero del río nocturno

esperándote está en la proa

de este marginal barco,

al hiperactivo timón

rumbos somnolientos aprietan

con sus gélidas manos,

y entre sus frágiles dedos

se escurre el fétido tiempo

polizonte escuálido de la inmortalidad

-princesa oscura de mis deseos-

meciéndose con la sustancia

avanza por lo etéreo,

meciéndose con el placer

avanza por el dolor,

meciéndose con la evocación

avanza por el olvido.