Tantas palabras paternales,
se pasean uniformes
en un trauma inconsolable
-y sin saber por qué-
que se arrojan al viento
para pretender dejar atrás
el lazo que sofoca mi voz;
junto a la armadura carnal
que intenta en vano contener
mis amorfas ideas,
ensillaré la pesadilla
y galopare en el prado cansado;
donde el cierzo no corresponde
al trasnochado discurso;
ahuyentare la brega ruin
del adulador tiempo;
ahorcando los hábitos
en la rama de cerezo
donde las palabras se desdoblan
y juguetean desnudas
mientras van ilusamente buscando
en sus vírgenes pupilas
lo que nunca tuvieron,
-y me conformo-
no presumo y no dispongo
no sueño ni propongo;
ni tampoco miento
mucho menos asumo,
se donde estoy
y no me importa a donde voy