miércoles, 21 de julio de 2010

En el laberinto de mi cama

las paredes no sostienen su peso

la nostalgia juguetea con mi lógica

bailan rencores y perdones,

en mi ser se asume la distancia

que me acerca al ciclo de agonía;

el poeta juega al azar

apostando a perdedor,

siete dados laten a media luz

degustando el sabor de la suerte,

en los muslos blancos

de un absurdo sofisma

se me duerme el ansia

y el poeta se va perdiendo

se aturde en lo fugaz,

inasible sentimiento de ansiedad

colma su firme apetito,

la poesía se reinventa y fluye

a cada latido del azar;

un espectro deambulante

atrapa los rencores,

los destierra al arcén de la agonía,

al norte de la nostalgia

entre el perdón y la lógica;

para agasajar a la suerte

y robarle una cruda sonrisa.