sábado, 17 de abril de 2010

En tu boca mi alma nace,

en tus ojos mi luz es eterna;

tus cabellos me recuerdan

delicados suspiros de un ángel,

tus mejillas persistentes,

colinas urbanas

que recorren cristalinas gotas;

suave rocío que emana

de las fuentes perpetunas

donde mi luz nunca se extingue,

olvida el jadeo de las lágrimas

sal en busca del tesoro nocturno;

el clamor de abandono

me clausura el tiempo;

el rostro de la intimidad

habla de la noche y del alba

vuelve a tus ojos casuales,

deja al viento ávido de majestad,

darte de beber insaciable

las penurias de un silencio.