En tu boca mi alma nace,
en tus ojos mi luz es eterna;
tus cabellos me recuerdan
delicados suspiros de un ángel,
colinas urbanas
que recorren cristalinas gotas;
suave rocío que emana
de las fuentes perpetunas
donde mi luz nunca se extingue,
olvida el jadeo de las lágrimas
sal en busca del tesoro nocturno;
el clamor de abandono
me clausura el tiempo;
el rostro de la intimidad
habla de la noche y del alba
vuelve a tus ojos casuales,
deja al viento ávido de majestad,
darte de beber insaciable
las penurias de un silencio.